Los movimientos gestualistas de la espátula se presentan como la antítesiis del dibujo, como una manera de enfrentarse a la pintura donde se prescinde de la acotación de las formas y la limitación de los espacios por medio de la línea. Se entra, pues, en una indeterminación fluida y continua, donde la gradación cromática define las distintas superficies y permite que emerjan los volumenes.
(1973-1975)