En sus planteamientos y técnicas, ha sido variado y perfeccionista. Desde un posimpresionismo de golpes de grueso pincel y ligeras espatulaciones, a modo de un puntillismo de mancha o amplia superficie, que se vestía de los sienas más tiernos y los amarillos más dulces para expresar la ternura permanente, saltó a un bodeguismo de sienas tibios en ascensión flameante para cantar la alegría de las cosas más cercanas y, con ellas, de los momentos de intensidad dormida, que se suceden en la vida cotidiana.
Evolucionó desde un ingenuo paisajismo posimpresionista hasta dotar al paisaje de un dinamismo gestual y expresionista, y se afincó en la serenidad plástica del planteamiento cubista. Desde un incipiente informalismo temático, saltó a los vaivenes interiores de la abstracción. Primero, fue una abstracción grácil y clara; luego, cultivó un seco hermetismo de esculturalidad y larvado dramatismo.
El dibujo asumió la dinámica firmeza del gestualismo, se hizo azar informalista, y finalmente, asumió la espontaneidad grácil y suelta en líneas que deshilvanaban los contornos.
En sus estilos y géneros, ha cultivado el paisaje, el bodegón, el desnudo y el retrato. Lo ha hecho al óleo, a la acuarela, a la sanguina, al dibujo con carboncillo. Ha cultivado la figuración y la abstracción. A la par que alcanzaba las metas de una evolución personal, desarrolló una amplia obra figurativa, donde el realismo barroco y una fácil veta romántica definen sus óleos. Un dibujo esponjado y vaporoso, quizás lo más logrado de su producción figurativa, proporciona esculturalidad a sus retratos.
Fué explorando los difíciles territorios de la composición pictórica. Desde la pincelada-color posimpresionista hasta la pincelada-gesto, desde la reproducción fotográfica en una figuración sin fantasía hasta los encuentros de color en una abstracción sentida. Y en medio, una sensibilidad que evolucionó buscando la fuente del propio sentir.